jueves, 18 de diciembre de 2008

Lilu y el último Dragón (cuarta parte)

Lilu se acercó al pueblo, las casas eran rústicas y no muy ostentosas, con grandes balcones de los que colgaban enredaderas con flores de muchísimos colores, colores de tonos pastel. Era poca la gente que andaba por los interiores del poblado, todos parecían alegres, había niños jugando con el agua de una fuente que reposaba en medio del lugar y al parecer servía como plaza central, señoras acarreando esta misma agua hacia sus casas, un par de tenderos en la orilla de un camino, dos jóvenes platicando en la entrada de una taberna, todo transcurría en tranquilidad.

Observó detenidamente, buscando una casa de paso para los visitantes, caminó a través de la entrada principal y se dirigió hacia la fuente, desde ahí tendría una vista más amplia del lugar.

Cuando llegó a la fuente y comenzó a investigar a su alrededor, se acercó una joven de estatura media y edad aproximada a la de Lilu, quizá de 6 lunarios (tomando en cuenta que un lunario consta de 300 lunas), cabello oscuro abajo del hombro, ojos color café, nariz recta y una mirada amigable. Se detuvo frente a Lilu y al mismo tiempo que extendió una sonrisa le dijo; “Debes ser una visitante, nunca te había visto por aquí.”

Lilu, notando el amigable encuentro y amenizada por el escenario, respondió con una sonrisa “Si, estoy de paso y busco un lugar para pasar la noche”.

“Muy bien, en eso creo que te puedo ayudar” contestó la joven, “Mi nombre es Cylia, bienvenida a Seymor” y extendió la mano. Respondiendo el saludo y contenta por el buen recibimiento Lilu contestó: “Yo soy Lilu, muchas gracias”.

“Para estar de paso y por una sola noche vienes ligera de equipaje, no hay muchos pueblos por aquí, al menos no a muchas lunas alrededor… ¿De dónde vienes?” Preguntó Cylia con curiosidad. “Vengo de Linois, del otro lado del bosque de las cien sombras”.

Al decir esto, un hombre que pasaba cerca alcanzó a escuchar la respuesta, volteó rápidamente y su rostro se llenó de asombro, sus ojos parecían saltar de sus orbitas y mostraba una expresión como aquella de quien ha visto a un muerto. Cylia frunció el ceño y molesta se dio la media vuelta y se marchó hacia el lado opuesto de Lilu, dejándola sola en la fuente.

Lilu, contrariada, no entendía nada de lo que sucedía, miró al hombre, quien al sentirse perturbado (y al parecer asustado) apresuró su paso hacia la taberna. Lilu quería una explicación de aquél extraño comportamiento y fue detrás de Cylia, preguntando al alcanzarla. “¿Qué pasa?, ¿Dije algo malo?” Cylia volteó aún molesta y le respondió abruptamente “No sé a quién quieres tratar de impresionar o engañar, nadie sale vivo de ese lugar, y según tenemos entendido ese bosque es perpetuo, nada existe detrás de él. Te ofrecí mi amistad y me respondes con mentira, no me interesa tratar con alguien como tú”. Se disponía a seguir con su camino, pero Lilu insistió “Es verdad, te lo juro, puedo contarte todo del lugar del que vengo, ¿Qué otra explicación habría para que yo me encontrara aquí?”

Cylia, interesada en la situación, examinó a Lilu y poco a poco fue cambiando su expresión… “No lo sé, es extraño, para ser honestos el tipo de vestimenta que utilizas no me es nada familiar. De hecho creo que jamás he visto algo similar, ni siquiera en pueblos como Galek” Meditó por un par de segundos… “Suponiendo que es verdad, ¿Atravesaste el bosque por tu cuenta?” Dudó suspicazmente.

“Si, vine yo sola, sé que te resulta difícil de creer, pero si me das oportunidad de platicarte mi historia tal vez me comprendas” respondió Lilu.

Cylia pensó que la pequeña Lilu quizá desvariaba o sufría de alguna enfermedad desconocida, pero dada la situación, no tenía nada más que hacer y podría averiguar de cierta manera dónde se conseguía una vestimenta tan extraña como esa. “Está bien, ven, te mostraré la posada”.

Fueron juntas a la posada, donde una vez dentro del cuarto y con más calma, Lilu pudo contarle a grandes rasgos cómo es que inició su platica con el buen anciano hasta la forma como había terminado en aquel pueblo de Seymor, cuidando siempre sus palabras para no decir nada de los valiosos objetos que llevaba con ella, pero detallando el camino por el bosque de las cien sombras con la intención de aclarar las dudas de Cylia, y quizá recabar información del misterioso suceso y las extrañas plumas.

“¡Vaya!, Lo cuentas como si en realidad lo hubieras vivido. Por otra parte me convence la parte de la bestia o lobo, o lo que fuere, eso es una explicación más certera a la desaparición de quienes lo han intentado, y si a eso le sumo tu extraño atuendo podría llegar a creerte. Sin embargo no me explico las marcas del camino y la repentina muerte del lobo.” Expresó Cylia mientras analizaba a detalle los sucesos, desconfiando aún de los hechos.

Lilu agregó “Yo tampoco podría explicarte el cómo sucedió, es todo lo que sé, no te pido más que me creas, mañana partiré para seguir mi camino, muchas gracias por acompañarme hasta aquí y por escucharme”.

Cylia dejó asomar una sonrisa y contestó “Como sea, necesitas descanso, mañana por la mañana no olvides pasar a mi casa, está frente a la fuente y tiene un símbolo de un triángulo dentro de un círculo sobre la entrada. Te prepararé algo de alimento, si en verdad piensas atravesar la estepa y llegar a Galek necesitarás ir con el estomago lleno”.

Después de esto Cylia se retiró del cuarto. Lilu se recostó en la cama, mirando hacia el techo y pensando, mas no por mucho tiempo ya que tanta emoción la había dejado exhausta y no tardó en caer dormida.

Un poco de luz se asomó por la ventana, Lilu despertó y después de un buen esfuerzo para levantarse se dirigió al balcón. El día estaba despejado, las flores despedían un aroma frutal que relajaba los sentidos e incitaban a un buen y merecido baño. Después de una larga ducha, Lilu bajó las escaleras y salió de la posada.

Se dirigió a la fuente y observó durante el camino que las todas las casas eran similares, no había alguna que tuviera ningún tipo de símbolo en especial, sólo una, frente a la fuente como lo había dicho su amigable anfitriona. Se acercó y antes de entrar miró detenidamente aquel símbolo, un triángulo dentro de un círculo. ¿Qué podría significar? Sin más rodeos entró a la casa y encontró a Cylia junto a la mesa, ya servida con un par de platos que contenían una abundante ración de frutas y un estofado que sin importar lo que tuviera tenía una excelente apariencia.

Comieron juntas, y terminando de comer, sin recoger platos ni realizar ninguna otra actividad, Cylia tomó una mochila que estaba en una esquina y dijo a Lilu; “Pues bien, vayamos a Galek”. Lilu, confusa, preguntó “¿Cómo? ¿Tú también irás?”

Cylia sonrió “Si, de vez en cuando me aventuro para visitar Galek, Seymor es pequeño y no tenemos gran variedad. De allá traigo algunas cosas que me sirven de víveres y otras tantas para… bueno, como sea. Nos haremos compañía hasta llegar allá. ¿Te parece?”.

Naturalmente Lilu estaba contenta de tener compañía en aquel tramo del recorrido, qué mejor que fuera alguien que conocía los alrededores y tan amigable como lo era Cylia.

Salieron de la casa y caminaron, hacia la estepa de la demencia…

Continuará...